Niños y niñas, acordaros que "todos somos diferentes pero iguales"
A continuación os escribo un cuento que seguro que os gustará.
EL NIÑO QUE TENÍA DOS OJOS
Entre anoche y esta mañana, existió un planeta que era muy parecido a la
Tierra. Sus habitantes solo se diferenciaban de los terrestres en que no tenían
más que un ojo. Claro que era un ojo maravilloso con el que se podía ver en la
oscuridad, y a muchísimos kilómetros de distancia, y a través de las paredes...
Con aquel ojo se podían ver los astros como a través de
un telescopio y a los microbios como a través de un microscopio...
Un día nació un niño con un defecto físico muy extraño:
tenía dos ojos. Sus padres se pusieron muy tristes. No tardaron mucho en
consolarse; al fin y al cabo era un niño muy alegre...y, además, les parecía
guapo... Estaban cada día más contentos con él. Le cuidaban muchísimo.
Le llevaron a muchos médicos...pero su caso era
incurable. Los médicos no sabía que hacer.
El niño fue creciendo y sus problemas eran cada día
mayores: necesitaba luz por las noches para no tropezar en la oscuridad.
Poco a poco el niño que tenía dos ojos se iba retrasando
en sus estudios; sus profesores le dedicaban una atención cada vez más
especial... Necesitaba ayuda constantemente.
Aquel niño pensaba ya que no iba a servir para nada
cuando fuera mayor...
Hasta que un día descubrió que él veía algo que los demás
no podían ver... En seguida fue a contarles a sus padres cómo veía él las
cosas... Sus padres se quedaron maravillados... En la escuela sus historias
encantaban a sus compañeros. Todos querían oír lo que decía sobre los colores
de las cosas. Era emocionante escuchar al chico de los dos ojos. Y al cabo del
tiempo era ya tan famoso que a nadie le importaba su defecto físico. Incluso
llegó a no importarle a él mismo. Porque, aunque había muchas cosas que no
podía hacer, no era, ni mucho menos, una persona inútil.
Llegó a ser uno de los habitantes más admirados de todo
su planeta. Y cuando nació su primer hijo, todo el mundo reconoció que era muy
guapo. Además, era como los demás niños: tenía un solo ojo.
Idea y texto: J.L. Sánchez y M.A. Pacheco. De la serie "Los Derechos del niño y la niña"
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